Costa Rica presentó su primer Informe Bianual
de Transparencia (BTR)
• Con
el 26% del territorio nacional protegido (SINAC,2023), el país ha avanzado en
la implementación de infraestructuras verdes, la ampliación del programa de
Pago por Servicios Ambientales (PSA), con categorías adicionales en
biodiversidad, cambio climático y el PSA Marino.
•
Contribución de emisiones del sector agricultura disminuyó del 47,5 % en 1990
al 21,8 % en 2021, producto de la reducción del hato ganadero y mejoras en las
prácticas de manejo.
•
Informe destaca esfuerzo el esfuerzo de sustitución del consumo de hexafloruro
de azufre, uno de los GEI, en el subsector de transmisión y distribución de electricidad.
Costa Rica
presentó ante la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático
(CMNUCC) el primer Informe Bienal de Transparencia (BTR) reiterando una vez más
su compromiso con la meta global de limitar el aumento de la temperatura media
mundial en 2° C por encima de los niveles preindustriales, procurando
limitarlos a 1.5 °C.
Para alcanzar esta meta, se persigue una mayor
transformación tecnológica, que contribuya con la descarbonización y la
transición energética con un enfoque de transición justa, por medio del
compromiso con las políticas públicas necesarias, el fomento de la gobernanza y
la participación todos los actores que contribuyan a alcanzar las metas
propuestas en la acción climática, incluyendo el objetivo de contar con una Ley
Marco de Cambio Climático.
Este primer BTR es muestra de que Costa Rica
tiene clara la relevancia de la agenda de cambio climático y su alcance
multisectorial y multiactoral. Los objetivos alcanzados y las lecciones
aprendidas serán esenciales para la efectividad de las nuevas contribuciones
hacia la segunda transición energética como política pública. Contamos con una
matriz de energía eléctrica basada casi en 100% en fuentes renovables desde
hace ya varias décadas y procuramos avanzar en la descarbonización
(principalmente la electrificación del resto de la energía) y la adaptación al
cambio climático, apostando por programas como Agropaisajes Sostenibles, que
consolida la reducción de agroquímicos y la acción climática, y el Pago por
Servicios Ambientales (PSA) terrestres y marinos, que integra nuevos contextos
y prioridades del país en la gestión ambiental y del cambio climático.
Según explicó el ministro de Ambiente y
Energía, Franz Tattenbach, este BTR evidencia el interés del país en mantener
la ambición climática tanto en la mitigación como en la adaptación del cambio
climático, lo que es esencial no solo para cumplir con la posición histórica
que el país ha asumido ante la conservación del ambiente, sino también para
seguir atendiendo la agenda nacional en esta materia.
"Nuestra agenda requiere de una mayor
transformación tecnológica que contribuya con la descarbonización y la
transición energética con un enfoque de transición justa. Es así como se
demuestra el compromiso con las políticas públicas vigentes y el interés en
fomentar la gobernanza en torno a ellas, buscando la participación de la
sociedad civil y del sector privado para alcanzar las metas en acción
climática. Este fortalecimiento de la gobernanza también incluye el objetivo de
contar con una Ley Marco de Cambio Climático", subrayó el jerarca.
El BTR cuenta entre sus contenidos con el 7mo.
Inventario Nacional de Emisiones de Gases con Efecto Invernadero (INGEI), el
cual abarca las estimaciones de emisiones y absorciones desde 1990 hasta 2021 y
se realizó empleando el Balance Energético preparado por el Ministerio de
Ambiente y Energía (MINAE); incluye todos los gases y sectores requeridos:
Energía; Procesos Industriales y Uso de Otros Productos (IPPU); Agricultura;
Silvicultura y Otros Usos de la Tierra (FOLU); Residuos.
El año de
referencia empleado para el INGEI es 2021, y se basa en el último balance
energético nacional. Este es un aspecto relevante en relación con el
comportamiento de las emisiones de GEI, dado el efecto de la pandemia de Covid
19. Tal es el caso del dióxido de carbono, que mantenía una tendencia a la baja
desde 1990 - por causa de la reducción de la deforestación y el aumento de las
absorciones de GEI -, pero repunta en el bienio del 2020 al 2021, debido a la
reactivación de la economía.
Aspectos
positivos en el comportamiento del país con respecto a emisiones de GEI:
1. El sector "Uso
de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura" (UTCUTS) ha mostrado
una tendencia a la baja en emisiones netas desde 1990, que se sostiene durante
el último período de análisis (a 2021).
2. Las emisiones
netas (incluyendo de "Uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y
silvicultura", (UTCUTS) han disminuido un 65,7% desde 1990.
3. El dióxido de
carbono neto disminuyó un 83,2 % debido al aumento de las absorciones, en los
últimos 31 años.
4. En cuanto al
cambio anual de las emisiones netas de los tres principales gases en relación
con 1990, se observó que el dióxido de carbono mantiene su tendencia a la baja,
impulsada por el sector de "Uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y
silvicultura" (UTCUTS), gracias a la reducción de la deforestación y al aumento
de las absorciones.
5. Las emisiones
de óxido de nitrógeno también mostraron una caída del 24 % desde 1990, con
estabilidad en ese comportamiento en el período analizado.
6. Las emisiones
de hexafloruro de azufre fueron un 37,6 % menores que en 1990, debido al
esfuerzo de sustitución en su consumo que se han venido realizando en el
subsector de transmisión y distribución de electricidad.
7. La
contribución de emisiones del sector agricultura disminuyó del 47,5 % en 1990
al 21,8 % en 2021, producto de la reducción del hato ganadero y mejoras en las
prácticas de manejo.
Con el 26% del
territorio nacional protegido (SINAC,2023), se ha avanzado en la implementación
de infraestructuras verdes, la ampliación del programa de Pago por Servicios
Ambientales (PSA), con categorías adicionales, como la biodiversidad y el
cambio climático y el PSA Marino, que beneficia prácticas ambientales en el
sector costero y pesquero. Las áreas protegidas y los corredores biológicos,
además del PSA, contribuyen con los servicios ecosistémicos y la captura de
carbono, fortalecen la resiliencia como condición adaptativa y han sido fundamentales
para alcanzar una cobertura forestal del 60% del territorio nacional. Pese a lo
anterior, el país enfrenta el peso recurrente de daños y pérdidas por
desastres, ante condiciones de vulnerabilidad, amenazas climáticas, y presión
sobre los recursos naturales.
La CNE estimó que
entre 2005 y 2017 se registraron pérdidas por US$ 2.210 millones, en los rubros
de infraestructura, servicios y producción (MINAE, 2018), muchas de ellas
vinculadas con eventos hidrometeorológicos y climáticos. El impacto de estas
cifras es significativo a nivel fiscal. Por ejemplo, solo las pérdidas totales
registradas por el impacto de la tormenta tropical Nate en 2017 sumaron US$ 577
millones, equivalente al 1% del Producto Interno Bruto Anual para ese año
(World Bank, 2018). A esas circunstancias se agregó la pandemia del Covid
19. Obsérvese en el gráfico adjunto el
efecto económico de las pérdidas y daños en el periodo 2022-2024:
Costa Rica insistió en la COP29 en Bakú,
Azebaijan, en la necesidad de los países en desarrollo de mantener la ambición
climática priorizando la adaptación ante el cambio climático, y el apoyo
requerido en los medios habilitantes y de implementación, así como la defensa
de los fondos internacionales, tales como el Fondo de Adaptación. Para Costa
Rica es esencial avanzar en la mitigación del cambio climático y aumentar la
resiliencia, para reducir el gasto por daños y pérdidas ante los desastres,
considerando entre otros aspectos, la gestión de los medios de vida, tales como
los que sustentan al sector agropecuario y agroindustrial, que representan
cerca del 25% del PIB y del 25% del empleo nacional y aquellos de los que
dependen algunas de las comunidades más vulnerables.
Uno de los logros
para enfrentar esa situación es la presentación de la primera "Estrategia
Nacional de Gestión Financiera del Riesgo de Desastres de Costa Rica",
aprobada en 2024, que aportará acciones pertinentes para crear mejores
condiciones en el entorno económico y financiero, asociadas con el riesgo por
amenazas climáticas. En el ámbito técnico y tecnológico, la CNE desarrolló un
análisis de riesgo sistémico con base en el Marco Global de Evaluación de
Riesgos para fortalecer la capacidad en la aplicación de los datos del riesgo
de desastres, para delimitar los escenarios futuros y complejos en el análisis
integral, con especial énfasis en la infraestructura esencial de servicios,
Evaluación de Necesidades de Recuperación Post Desastre y evaluación
probabilística del riesgo. Por su parte, la DCC MINAE con el apoyo del Colegio
Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) adaptó para Costa Rica la
metodología del Protocolo de análisis de riesgo de la infraestructura por los
efectos del cambio climático, en el marco del Proyecto "Plan A: "Territorios
Resilientes", que culminó en 2024 y fue apoyado por el Instituto Meteorológico
Nacional (IMN).
Otras iniciativas que actualmente contribuyen
con objetivos similares incluyen el Programa de Emergencia para la
Reconstrucción Integral y Resiliente de Infraestructura (PROERI), del BCIE, que
tiene como objetivo atender 502 obras de infraestructura pública en riesgo
inminente y emergencia (fondo de US$ 700 millones con participación de CNE,
CONAVI, MEP, INCOFER y el MIVAH); Programa de Reconstrucción y Desarrollo
Territorial Resiliente al Clima (US$370 millones), y el CATASTROPHE DEFERRED
DRAWDOWN OPTION (CAT-DDO), que constituye una opción de desembolso diferido por
desastres (US$ 160 millones); Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la
Sostenibilidad en la Acción Climática, con el FMI (fondo de hasta US$ 725
millones).
La NDC 3.0
(2025-2030) estará alineada no sólo con el Plan Nacional de Descarbonización
(2018-2050), el Plan Nacional de Adaptación (2022-2026), y el Plan Estratégico
Nacional 2020-2050, sino también con la metodología del Plan Nacional de
Desarrollo e Inversión Pública (PNDIP).
Los objetivos alcanzados y las lecciones aprendidas serán esenciales
para la efectividad de las nuevas contribuciones en la transición energética
hacia la descarbonización y el progreso en la adaptación ante el cambio
climático que conduzca a la trasformación de nuestra relación con el ambiente y
el desarrollo humano, con la apuesta en programas como Agropaisajes Sostenibles
y el Pago por Servicios Ambientales (PSA) terrestres y marinos.
El BTR sustituye al Informe Bianual de
Actualización (BUR, por sus siglas en inglés), y forma parte del Marco Mejorado
de Transparencia (ETF, por sus siglas en inglés) de este acuerdo global. El año
de referencia para medir el avance en las acciones ante el cambio climático con
respecto a la NDC es el 2021, dado que es el mismo al que corresponde el último
Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero y a su vez, el balance
energético actualizado que fue utilizado en este análisis.